El Valle del Itata tiene el reto de no solo preservar su legado histórico, sino llevarlo al siguiente nivel
Pocos territorios del país pueden decir que han participado en tantos episodios de su historia como el Valle del Itata. Escenario de las primeras batallas entre mapuches y españoles durante la Conquista, y testigo de las divisiones y conflictos entre patriotas y realistas en el siglo XIX, el valle es además la cuna de Arturo Prat y otros tripulantes de la Esmeralda.
Armando Cartes, Doctor en Historia, académico de la Universidad de Concepción y miembro de la Academia Chilena de la Historia, cuenta con numerosas publicaciones sobre Ñuble y el Valle del Itata.
Para el historiador, el territorio es también un ejemplo de la influencia que tuvo la hacienda desde su instalación en el territorio una vez consolidado el dominio español. Una entidad que supo adaptarse distintas condiciones a lo largo de los siglos, pero en la que se afirman las manifestaciones de la identidad local, como la cuelcha o la viticultura.
¿Cuáles son los ciclos más relevantes en la historia del Valle del Itata?
Esto parte en tiempos de la Temprana Conquista en que fue un escenario de guerra y combates violentos que se prolongaron durante aproximadamente un siglo.
El primer encuentro entre españoles y mapuches ocurrió precisamente en tierras del Itata. Posteriormente, las propiedades raíz, que comenzaron a formarse a partir de los capitanes que se retiraban de la guerra en la frontera. A ellos se les asignaban parcelas o territorios para desarrollar la agricultura en ambas riberas del río.
Esta formación de propiedad particular se consolidó con la instalación de grandes haciendas jesuitas, que introdujeron economías de escala, modernización tecnológica y nuevos productos, representando los primeros indicios de una economía moderna. Aunque con un fin religioso, estas haciendas sostenían colegios, misiones y actividades religiosas hasta el segundo tercio del siglo XVIII, cuando los jesuitas fueron expulsados del país.
Luego, a principios del siglo XIX, las guerras de independencia provocaron una fuerte crisis en la zona de Itata, escenario de combates que dividieron a la sociedad, donde la mayoría permaneció leal al rey, provocando un estancamiento productivo en el valle.
Años más adelante, tras el terremoto de 1939, la región comenzó a reconstituirse con la formación de haciendas modernas asociadas a familias tradicionales de Concepción y Chillán, lo que imprimió al valle su carácter agrícola y productivo.
Estas familias no solo contribuyeron al desarrollo económico de la zona, sino que también aportaron nombres importantes a la cultura de la región y de Chile.
Esta característica de la región de Ñuble, con Itata como un representante destacado, se mantuvo hasta el primer tercio del siglo XX.
A partir de entonces, el territorio se fue fragmentando en pequeñas parcelas y minifundios, lo cual, desde un punto de vista productivo, no era conveniente y afectaba la modernización agrícola, que llegó muy tardíamente a la zona.
Esto provocó un nuevo rezago respecto al centro del país, donde la inversión era mayor y las fortunas llegadas del norte y centro del país construían, por ejemplo, canales.
Sin embargo, en el último tercio del siglo XX y en el siglo actual, se ha observado una importante renovación con la incorporación de nuevos cultivos y viñedos.
Esto ha permitido que Itata se consolide como un espacio agrícola y vitivinícola de primer nivel, reconocido tanto a nivel nacional como internacional.
¿Qué rol jugó el Valle del Itata durante el periodo de Independencia?
En cuanto al periodo de Independencia, como mencionaba Itata, este fue el escenario de intensas guerras entre Chile y Concepción, con múltiples combates en la región que afectaron profundamente a la población local.
Los vecinos se dividieron entre ambos bandos, librándose batallas significativas como las de Cucha Cucha, Curapaligüe, El Roble y el sitio de Chillán Viejo, todos eventos asociados a Itata. Estas batallas no solo determinaron el curso de la guerra, sino que también tuvieron un impacto duradero en las comunidades locales.
Esta situación provocó la dispersión de la población, la paralización de la actividad productiva y la pérdida de patrimonio y capital. Las tierras quedaron en gran parte abandonadas y las infraestructuras dañadas o destruidas.
No fue sino hasta la década de 1830 que estos problemas comenzaron a resolverse, cuando la agricultura se reactivó tras la turbulencia de la Independencia y la llamada Guerra a Muerte. Durante este tiempo, se inició un proceso de reconstrucción y recuperación que permitió a la región volver a su ritmo de crecimiento y desarrollo económico.
¿Hay algún elemento que explique la participación de personajes como Arturo Prat o Pantaleón Cortes, entre muchos otros, en la Guerra del Pacífico?
Importantes episodios en el Valle del Itata están marcados por figuras como Arturo Prat y Pantaleón Cortés. Sin duda, la figura de Arturo Prat está vinculada para siempre al valle, ya que es el máximo héroe naval del país. Sin embargo, es importante señalar que su nacimiento en Itata es circunstancial y su estadía relativamente breve, sin mantener muchos vínculos posteriores.
No obstante, el lugar de nacimiento del héroe de nuestra Armada permite visibilizar las haciendas como la Hacienda San Agustín de Puñual, donde nació. Estas haciendas son interesantes de conocer por su organización productiva y su estructura social.
De manera similar, otros actores de la Guerra del Pacífico, como el soldado Pantaleón Cortés, generan una fuerte identidad y pertenencia en sus localidades de origen. Esto demuestra que la Guerra del Pacífico no solo fue una guerra del norte, sino que también tuvo importancia en muchas otras regiones de Chile. Recordemos que Pedro Lagos es chillanejo, y por lo tanto, todo Chile, a través de sus hijos que fueron a la guerra, se siente conectado con ese gran conflicto que resultó en un cambio geográfico significativo, una gran riqueza y la conformación de la identidad moderna del país como estado.
¿Qué explica la sobrevivencia de prácticas rurales y artesanías, como la cuelcha o la viticultura tradicional, en el Valle del Itata? ¿Qué rol juega la hacienda en eso?
Hay varios ciclos en la historia de la hacienda, desde las coloniales hasta las jesuitas, pasando por las del siglo XIX y la reconstitución de los grandes predios agrícolas que ha tenido lugar en los últimos 30 o 40 años.
Esto se debe a la economía de escala de la agroexportación agroindustrial y a la condición de potencia agroalimentaria que Chile aspira, en la cual Ñuble tiene un protagonismo asegurado y que ya se está observando.
La hacienda, entendida como una gran unidad productiva, es una realidad económica predominante en Ñuble, con una historia profundamente arraigada desde el siglo XVII.
No se puede desligar del siglo XVIII y de las haciendas jesuitas que mencionamos, las cuales fueron cruciales para la transformación productiva de una zona que, antaño frontera de guerra, gracias a su actividad, pasó a ser un modelo de producción agrícola.
La persistencia de prácticas rurales y artesanías como la cuelcha y la cultura es una característica propia de las zonas rurales, donde el tiempo parece pasar más lento y las costumbres se arraigan más profundamente.
Esto contrasta con las zonas más urbanizadas, donde el cambio social y cultural es más intenso y rápido. Por ello, este valor es hoy día reconocido como patrimonial, algo distintivo e identitario que es necesario preservar y difundir.
Estas expresiones, junto con otras, forman parte de la riqueza de la región, la cual es necesario que el país conozca para poder tomar acciones concretas que permitan preservarlas en el tiempo.
La agricultura, el valle en general, tiene el reto de no solo preservar este legado histórico, sino llevarlo al siguiente nivel.
La introducción de nuevas tecnologías, formas de producción y mercadeo permitirá que esta viticultura, que valora lo antiguo y ennoblece el vino, también se beneficie de las comunicaciones y tecnologías modernas, contribuyendo así incluso a proyectar internacionalmente los productos de las viñas del Itata.